Hola, soy Electro Pedri, el bueno, el tranquilo, el que no busca problemas… pero los problemas me encuentran.
La humana nos llevó de excursión al bosque. Venía contentísima, con una bolsa llena de cosas misteriosas y —lo importante— un arsenal de chuches. Eso solo podía significar una cosa: día de trucos.
A Super Gavi le encantan los trucos: que si “dame la pata”, que si “gira”, que si “hazte el muerto” (ese lo borda). Yo los hago solo por la presión social y porque casi siempre hay salchichas de por medio.
Todo iba bien hasta que la humana sacó… una mano sin cuerpo.
Sí, una mano. Blanca. Pequeña. Elegante. Pero embrujada.
Se movía sola. Primero la miramos con respeto. Luego con miedo. Y luego… ¡con hambre! Porque la condenada empezó a robar nuestras croquetas disimuladamente.
La humana no se enteraba, claro. Ella, feliz, sacando fotos mientras la mano se zampaba la merienda.
Super Gavi intentó detenerla con un ladrido de autoridad.
Yo… la animé. Porque, sinceramente, era la primera vez que veía una mano con tan buen gusto. 

Moraleja, amigos peludos (y humanos curiosos):
en Halloween, las cosas no siempre son lo que parecen… y a veces la mano que te da la chuche… ¡también te la quita!

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