Siempre he tenido esa frase tatuada en la frente. Nunca me gustó trabajar en equipo. En las entrevistas de trabajo mentía como una bellaca, diciendo aquello de “me encanta el trabajo en equipo” mientras por dentro pensaba: ojalá no me toque trabajar con nadie.
¿El motivo? Soy perfeccionista hasta el exceso, tengo poca paciencia, las ideas me llegan en cascada y las voy cambiando sobre la marcha… y, para rematar, soy insegura y rara vez siento que algo está tan bien como debería. Vamos, un cóctel explosivo para eso de compartir tareas.
Pero estas últimas semanas me han puesto frente al espejo. Estaba absolutamente desbordada y necesitaba más manos, más ojos y más ideas. Y he descubierto algo que me ha sorprendido: trabajar en equipo puede ser increíblemente liberador y enriquecedor.
De pronto tengo tiempo para respirar, para pensar con calma. El proceso creativo se multiplica porque ya no es solo mi visión: tenemos dos generaciones mirando lo mismo desde ángulos distintos, complementándonos con naturalidad. Lo que a mí no se me ocurre, lo propone ella; lo que yo veo imposible, ella lo resuelve en un clic. Y, entre risas, pruebas y ocurrencias, salen cosas que sola jamás hubiera imaginado.
Me costó mucho delegar, pero hoy puedo decir que soy feliz. Porque dos cabezas piensan más y en un trabajo creativo como el mío eso es pura dinamita. No solo es más eficiente: es más divertido, más sorprendente, más vivo.
Estoy infinitamente orgullosa de cómo crece mi pequeña y de cómo crecemos juntas. Porque al final, trabajar en equipo no significa perder el control, significa ganar perspectivas. Y en creatividad, las perspectivas lo son todo.
#creadordecontenido #communitymanager #gestionderedes #creativo #equipo
Comentarios
Publicar un comentario