Día 6. Vacaciones en el paraíso (o eso dicen).
Al habla Super Gavi, el perro más rápido del norte.
Estamos en Asturias, también conocida como "el paraíso natural"… aunque paraíso para quién, pregunto yo. Llevamos seis días sin pisar una terraza y sin oler una croqueta. Pero bueno, ayer no llovió casi nada, lo que según el parte meteorológico de aquí es motivo de fiesta y gaitas.
La humana estaba emocionada. Dijo que nos iba a dar una sorpresa.
Pedri pensó que eran salchichas.
Yo aposté por un campo de minas de palos.
Pero no, nos llevó a su sitio favorito en el mundo mundial: Santa Cristina de Lena. Que si es prerrománica, que si prehistórica, que si parece de Juego de Tronos o de “PreMacarrónica”, como dijo ella… Yo solo sé que había bichos. Muchos. Y olían fuerte. ¡Fantástico!
El camino era de cuento. De esos donde sabes que algo se va a torcer.
Los lugareños nos miraban raro, especialmente a mi...
Uno le gritó a la humana:
—¡Mozaaaaa! ¡Esi perru parez un llobu! ¡Como se te escape, van colgatelu d'un árbol!
La humana sonrió como si no hubiera peligro... pero tragaba saliva como si llevara una aceituna atragantada.
Cuando llegamos a la iglesia esa —que, honestamente, parecía una casita mágica para hadas con síndrome del siglo IX—… ¡pum! Una gran pradera verde, cielo azul, aire limpio y cero correas.
¡Libertaaaad!
Corrimos. Corrimos como si no hubiera mañana.
La humana intentó atraparnos con su cámara, tirada por el suelo, murmurando cosas raras como:
—Mirad aquí... ahora los dos juntos... ¡eso es! ¡No, no te tapes a tu hermano con el rabo!
En suahili avanzado, supongo.
¿Posar? ¿NOSOTROS? ¿Después de días enclaustrados entre tormentas y sofás ajenos?
¡Lo que queríamos era darnos leches entre nosotros, revolcarnos en estiércol y hacer el cabra! Y eso hicimos.
Todo iba bien hasta que…
Vimos una burra.
No una señora que se confundió de camino.
Una burra de verdad.
Con orejas y mirada intensa.
Electro Pedri flipó. Se le pusieron las orejas como radares. Se le tensó el lomo.
—¡Es un dinosaurio asesino! ¡Corre Gavi, ¡nos quiere comer!
Y ahí se torció todo.
Gritos, carreras, la humana chillando "¡NOOOOOO!", Pedri ladrando en arameo antiguo y la burra… rumiando hierba como si no fuera con ella.
Total, que acabamos todos de vuelta en el coche.
Yo lleno de barro.
Pedri sin dignidad.
La humana sin voz.
Pero eh, felices. Porque por un rato fuimos lobos salvajes… o burros con turbo.
Quién sabe.
Comentarios
Publicar un comentario