Súper Gavi y Electro Pedri y la aventura de la espiga.

 



Regulinchis días, manada. Al habla Electro Pedri.
Súper Gavi no puede escribir hoy... está lisiado. Sí, sí, lisiado de verdad, rollo culebrón turco.

Ayer la humana se lo llevó solooooos, sin mí. Yo pensaba: “¡Bah, fijo que van a una piscina de pelotas!”. Pero no, amigos… no hubo bolas, ni fiesta, ni salchichas. Volvió con un platillo volante en el cuello. ¡Que ni come, ni bebe, ni ladra sin hacer eco!
Y eso no es lo peor:
¡TIENE UN PALO SALIÉNDOLE DE LA CARA!
Sí, como lo oís. Un palo. En la cara. Y huele a chistorra olvidada al sol.

La humana está hecha polvo. Se pasa el día llorando, regañándome cuando intento investigar el platillo —por puro instinto científico, ojo—, y Súper Gavi aúlla como si le hubieran prohibido ver la Champions.
Por lo que he entendido, se le clavó una espiga y se le metió dentro de la piel. Se le infectó y… operacióoooon facial.
Ya sabéis lo que eso significa:
YO SOY AHORA EL HERMANO GUAPO.
Vale, vale, me paso. Pero es que siempre están con:
"Pedri es tonto, Pedri no se entera, Pedri tiene miedo..."
¡Pues la semana pasada ME CLAVÉ YO UNA ESPIGA EN LA OREJA!
Me sedaron dos veces. Dos. Y aunque ahora tengo la oreja caída estilo Picasso...
AQUÍ ESTOY. Sin platillo, sin drama, con dignidad.

La humana dice que en Asturias esto no pasaba, que no sabía lo peligrosas que eran las espigas. Que nos lleva al campo con toda su ilusión y se siente culpable.
Pero, tía, somos delicados. Y adorables. Y un poco torpes, sí.

Ahora nos sacan por turnos, porque Gavi no puede jugar y yo, aparentemente, "le estreso". ¿Yo? ¿Estresarle yo? ¡Por favor!

Consejo final, colegas perrunos (y humanos también):
Las espigas NO SON BROMA. Revisadnos bien al volver del campo, porque se meten por todos lados y duelen que flipas.
Nuestros humanos no siempre se enteran, pero nos quieren con locura. Solo hay que ver a la humana... llorando a moco tendido mientras me grita “¡DEJA DE LAMERLE EL CONO, PEDRI!”.
Esto es amor, chicos. Amor del bueno.

Comentarios