Tengo secuestrado a Rudolf el reno de Papá Noel, queda suspendida la Navidad.
He vomitado dos veces espumillón, no me dejan comer turrón y me quieren poner un gorro de gnomo, no lo soporto más.
He decidido que voy a probar a ser un villano, a ver que tal se me da... por ahora el reno es mío y de aquí no se mueve, estoy listo para negociar.
Súper Gavi.
¡Atención, Papá Noel!
Aquí Súper Gavi con una lista de condiciones para liberar a Rudolf.
Esto no es un simulacro, ni una broma navideña, ¡estoy hablando muy en serio! Así que toma nota porque no pienso ceder ni en un solo punto en mis condiciones para liberar a Rudolf
1. Un saco de juguetes... pero para morder. Sí, nada de ositos suaves ni pelotas aburridas. Quiero esos juguetes que suenan como si tuvieran un pato atrapado dentro.
2. Jamón en lugar de turrones. Nada de “¡no, que el turrón es solo para humanos!” Exijo jamón en todas las formas posibles,
3. Derecho a correr por la calle sin correa...
4. Prohibido decirme "¡Gavi NO!"
5. Rudolf también tiene una petición: Quiere una tarde libre. Dice que necesita una siesta larga, una zanahoria extra y un spa para renos. Yo no entendí lo del spa, pero si a él le gusta, ¡adelante!
Ah, y por último, quiero que Santa me dé el título oficial de “Súper Gavi”.
Si aceptas las condiciones, Rudolf quedará tan libre como un husky en la nieve.
¡Espero tu respuesta, Noel!
Firmado:
Súper Gavi, villano de la Navidad.
Ayer fue un día importante para mi misión. Después de todo, secuestrar a Rudolf no es algo que uno haga todos los días, ¿verdad? Pero necesitaba aire fresco, un lugar donde mis ideas malévolas pudieran fluir. Así que me fui al campo. Sí, al campo. Porque incluso un villano como yo necesita relajarse... y porqué estar cerca de Rudolf todo el tiempo me da alergia... es lo que tiene el brilli brilli. Mi próximo paso tiene que ser crucial, porque para eso soy Super Gavi el villano de la Navidad.
—¡Ja! —dije en voz alta, porque todo villano necesita hablar consigo mismo de vez en cuando—. Papá Noel no tiene ni idea de lo que se le viene encima. Intenté practicar mi risa malvada, los aullidos de lobo salvaje y fiero todavía no me salen... Pero salió algo así como "muauhauhau", y ni yo mismo quedé convencido. Para empeorar las cosas, un conejo que correteaba por ahí me miró como si fuera un payaso.
—¡Oye, tú, conejo orejón! —le ladré, pero claro, se escapó. Mientras paseaba, una idea gloriosa iluminó mi mente: ¡Secuestraré también a los elfos! ¡Sin ellos, Papá Noel no podrá envolver ni un solo regalo!
—¡MUAHAHA! —me reí de nuevo, y esta vez el eco me acompañó. Muy teatral todo. Me sentí poderoso, casi casi un lobo fiero. Pero, como todo villano sabe, no basta con tener ideas. Hay que entrenar para ejecutarlas. Me lancé a correr por el campo, practicando mis habilidades de sigilo y salto. Me enfrenté a un espantapájaros que se creía muy rudo, pero lo dejé en el suelo en cuestión de segundos.
—¡Esto es fácil! —pensé, confiado. Y entonces, apareció ella: una vaca...Sí, una vaca grande y con súper cuernos claramente enviada por Papá Noel para espiarme. ¡No me engañan! Me lancé al suelo, rodé, esquivé (o eso creí), y terminé corriendo en círculos como un loco mientras gritaba:
—¡Soy un perro pastor malhechora! La vaca, obviamente, me ignoró por completo, pero yo sabía que había ganado la batalla. Exhausto, volví con mi humana que estaba en pleno perreque, porque pensó que iba a morir aplastado... es una dramas, despeiné mi pelaje a propósito para parecer más rudo y reflexioné sobre lo que había aprendido hoy: Nunca subestimes a una vaca. Necesito más práctica en risas malvadas. El "Operativo Elfo" será un éxito. El tiempo se acaba y Papá Noel aún no ha cumplido con mis exigencias:...Esto no ha hecho más que empezar. Rudolf sigue siendo mi prisionero, y los elfos no saben lo que les espera.
—¡La Navidad será mía! —grité mientras corría hacia el atardecer. Bueno, corrí un poco, luego me cansé y caminé, pero sigue siendo dramático.
Continuará...
El Elfo Spark también es mío.
¡Por fin lo he conseguido! Tengo a Rudolph y al elfo Spark bajo mi control. No ha sido fácil, pero aquí estoy, en mi guarida navideña, rodeado de luces parpadeantes, polvorones y banderas piratas, esperando que Santa Claus cumpla con mis exigencias.
“¡Quiero mi título oficial de superhéroe!”, les dije con firmeza. “Si no lo recibo antes de las 19:00, no solo os quedaréis sin vuestros amigos, ¡también se suspenderá la Navidad!”
Spark, el elfo, no para de mirarme con esa mezcla de desprecio y compasión que me saca de quicio. Cree que puede convencerme con sus palabras dulces y su aire de inocencia.
—Gavi, ¿por qué haces esto? —me pregunta, como si fuera tan difícil de entender.
—¡Porque estoy harto! —le respondo, golpeando la mesa con un bastón de caramelo—. Quieron ser oficialmente Súper Gavi, la gente no me toma en serio.
El tiempo se acaba Noel, los niños del mundo se quedarán sin regalos, depende de ti...
Papa Noel y yo hamos llegado a un acuerdo, ya tengo mis juguetes y mi titulo oficial de Super Héroe.
¡Feliz Navidad humanos!
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