¿Te has preguntado alguna vez quién quiere ser? No el cómodo de lo que te rodea, solo el qué de lo que eres.
Existe la leyenda de que debes saberlo a cierta edad pero la verdad es que no todas las leyendas son ciertas. Ya rebasé esos años y sigo construyendo la imagen de quién deseo encontrar en el espejo... día a día y casi minuto a minuto.
Quiero disfrutar y preocuparme menos. Quiero una piel sensible a las caricias y la capacidad de absorber los golpes. Que las magulladuras de lo que salió mal no dejen peso, solo la cicatriz de que una herida sanó donde queda su huella.
Quiero que suene música y silencio, que huela a velas, que si mis pasos suenan solos no lo hagan huecos, si no plenos. Quiero saber sonreír solo cuando lo siento, quitarme de dentro la lección adherida y aprehendida (con hache intercalada, cuyo significado siempre me pareció mas poético) de que una señorita debe sonreír siempre, y ser amable.
Quiero ser amable pero también aprender a ser amablemente tajante cuando algo me haga daño. Quiero saber decirme: está bien, has sido valiente, te mereces lo bueno que te pase. Quiero callar cuando no tenga nada que decir y tener el don de marcharme cuando debo.
Quiero sentirme segura en el cobijo de mi piel. Quiero hacer de mis labios un sello. Quiero que mis ojos siempre digan la verdad. Quiero viajar, recorrer, crecer, una imaginación viva, una curiosidad sana, no dejar nunca de aprender. Quiero ser mía y que, si me doy, sepa volver a casa, al cuerpo en el que vivo, cada noche para abrazarme al dormir. ¿Y tú? ¿Te has preguntado alguna vez que quieres ser?
Elisabet Benavent
Este texto me ha calado mucho, porque ahora mismo en medio de esta situación me siento más perdida que nunca, no se ni quién soy, ni quién quiero ser...
Vuelvo a repetir fragmentos en los que me vi reflejada. Ojalá así pueda aprendérmelo.
Quiero que suene música y silencio, que huela a velas.
Quiero saber decirme: está bien, has sido valiente,
te mereces lo bueno que te pase.
Quiero callar cuando no tenga nada que decir
y tener el don de marcharme cuando debo.
Quiero que mis ojos siempre digan la verdad.
Quiero viajar, recorrer, crecer, una imaginación viva,
una curiosidad sana, no dejar nunca de aprender.
Quiero ser mía y que, si me doy, sepa volver a casa,
al cuerpo en el que vivo, cada noche para abrazarme al dormir.
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