CARTA A TODO LO QUE DOLIO. BETA LA COQUETA.

Elisabet Benavent nos deja joyas así en SU INSTAGRAM.

Gracias, gracias, gracias...







Me pude caer, hundirme... y lo hice. Caí y me hundí y en el momento en el que casi no quedaba nada, me levanté. Hecha una mierda, sucia y débil, pero con la voluntad de salir. Creí que no lo lograría, pero lo hice porque, lo mejor de caer es que cuando te levantas tienes las agallas de la que fuiste antes y de quién eres ahora. Porque al caer aprendes. Y yo aprendí.
Aprendí que hay refrenes que no son sabios porque quien bien te quiere en realidad no te hará llorar, lo que escuece no cura y eso de a "mucho amor, mucho dolor" señala un amor que yo no quiero. Ni por cosas ni por amigos ni por propósitos ni por cariños.
Y me levanté casi sin esperarlo. Reponerme me llevo tiempo y tropezones pero lo mejor de hacerlo despacio y con buena letra es que cuando se cierran las heridas, cuando los huesos sueldan y se secan las lágrimas, lo hacen de verdad.
Me dolieron cosas que no conseguí, la frustración, no verme capaz, alguna persona y hasta los recuerdos. Pero aprendí que la autoexigencia tiene un precio que, en su exceso no quiero ni merezco pagar, que puedo fallar, que asumir lo aprendido no siempre es un proceso rápido. Aprendí a soltar lo que me hacía daño, se entendiera o no, porque al final la caridad bien entendida empieza por uno mismo. Y yo me tengo que querer mejor. Volveré a caerme y lo sé. Espero, al menos, no hacerlo sobre viejas cicatrices, pero caeré. Y en esa seguridad en realidad existe la esperanza... la de que no perdí las ganas, que no me helé del todo, que no me cerré y, sobre todo, que no me venció el miedo. 

Pd: Para ti, que me lees ahora mismo con pena porque te han hecho daño. Todo pasa, te lo prometo.
Me pude caer y lo hice pero... mírame, ya estoy de pie.

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