Un mar violeta oscuro.


Hace tiempo que no leía un libro que me calase tan dentro...

<< ¿Cómo se atrevió a abandonarme muriendo tan joven? Ya sé que resulta absurdo e injusto acusar a nadie de morir antes de tiempo, pero la desaparición prematura de una madre puede generar dudas angustiosas. ¿Se marchó porque hice algo mal? ¿No era yo más importante que todo eso? >>


<< Volvió a asediarme el deseo de reconocerme a mí misma en Caterina, como si lo que buscaba en los detalles de su cotidianidad fuera algo, un indicio, cualquier cosa que me hiciera semejante a mi madre y me ayudara así a reconstruirla a través de lo que yo he sido y soy. Pero quizá me equivocaba y todo era justo al revés. ¿Seré yo lo que ella no llegó a ser?>>


<<Alrededor, el tiempo. Misterioso, intrincado, que con sus marañas desdibuja los límites de las personas. El tiempo ocupado en reconstruir desde el mito una historia verosímil, en crear una versión tolerable de mis criaturas familiares que ponga fin al diálogo con una madre a la que casi no pude conocer.
 ¿Cómo puedo saber quién soy si no sé quién eres tú?, me había preguntado mil veces. A lo largo de los años he sido tu hija, tu amiga, tu madre. He pasado de adorarte a detestarte, de tenerte siempre presente a ignorarte. Y he recorrido también el camino inverso. De hacerte culpable de todas mis desdichas, a responsable de mis aciertos. Te he soñado, te he leído, he observado tus fotografías hasta casi comérmelas, pare reconocer cada lunar, cada gesto, cada mínima expresión. Sé cómo te maquillabas, cómo te vestías, qué leías, qué comías, qué películas te hacían reír o llorar, qué hombres te gustaban. Sé ya hasta cómo querías que te hicieran el amor. Lo sé todo, excepto quién serías ahora. ¿Cómo habrías sido conmigo, con mis hijos, con mi marido? Te he superado en edad, en experiencia. He viajado, he conseguido subirme a un escenario, he dado a luz a dos niños preciosos, he encontrado al hombre exacto, he cumplido con el propósito de escribir. Y todo esto solo porque tuve el tiempo que a ti te faltó.
 Ahora, estas líneas repletas de medias verdades, de verdades enteras, de figuraciones, de posibilidades, sirven para recuperar las horas perdidas, las que no pudimos compartir. Qué más da que se conviertan en otra gran mentira dentro de nuestra mentira, la tuya y la mía. No importan las mentiras si este relato, al rellenar todos los espacios en blanco, nos devuelve ese tramo de vida que te fue negado. Así, mientras tú tomas una primera bocanada de oxígeno, yo cauterizo mis heridas. Se acallan los fantasmas y un silencio reconfortante deja mi mente vacía. En paz. Es el momento de despedirnos, de pasar página. La última contigo.>>

Susurra nuestro secreto a mi oído.
-Me gusta todo lo que haces. Nunca lo olvides.
Y de la mano subimos la escalerilla del tren interestelar.




Ayanta Barilli





La mía, mi madre.

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