Templanza: virtud que asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos
Me gustaría tener esa virtud, no dejarme llevar por mis instintos, aguantar las envestidas de la vida con templanza (que gran palabra).
Me gustaría tener la fortaleza de no llorar cuando me gritan, me gustaría que nadie creyera que puede gritarme...
En esta sociedad somos muy dados a gritar, pero en lugar de aclara la comunicación, lo que conseguimos es romperla, porque que te griten es sin duda una agresión en toda regla.
Quien grita comunica que está a punto de perder el control por completo y que el otro debe medir sus acciones antes de continuar. El grito pretende anular al otro. Nace del miedo y de la carencia.
El grito agresivo pretende que el otro no se exprese, que no haya nada más que decir.
Hace tiempo me prometí que no iba a permitir nuca más que alguien me gritase, que no iba a volver a sentirme, pequeñita, maltratada, intimidada.
Tómalo como desees, pero nunca te atrevas a gritarme.
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