Vicente es un nombre que te va
bien. Hoy cumples 77 años, nunca pensaste que vivirías tantos, la verdad es que
sientes que tienes muchos más, te pesan.
Te
cuesta un trabajo terrible levantarte de la cama cada día, no tienes claro para
que lo haces, para que te esfuerzas, te gustaría no despertarte, sería lo más
fácil, morir mientras duermes, lo llaman la muerte feliz ¿no? Sería ideal morir
feliz, es lo que quisiera cualquiera, no volver a pensar, que ningún recuerdo te atormente, no sentir
esa pena que te oprime el pecho y no te deja respirar.
Una
vez intentaste dejar de pensar, a lo bestia, en uno de tus prontos, pero cuando
te viste a un paso del precipicio te acobardaste, las cosas podían empeorar más si la caída no te mataba, no deseabas
dolor físico ya tienes bastante con el dolor del alma. Ese día volviste a casa
dispuesto a esperar a la muerte tranquilo, y te prometiste ir cada día a ese
lugar en el que pensaste quitarte la vida, para recordarle que no se olvide de
ti, que la esperas. Y así a diario
emprendes el camino hacia allí en tu vieja bicicleta y reflexionas… La recuerdas a ella, su risa, su olor, su
cabello suave, sus ojos color chocolate tan dulces como ella.
Ella
lo era todo para ti, pero un día te sorprendió su ausencia al volver del campo, tampoco estaban sus cosas, ni
vuestra vieja maleta. Nunca la buscaste, ni la nombraste más, ese día moriste por dentro, se lo llevó todo
con ella.
Desde
entonces cada amanecer es un castigo y cada noche antes de dormir piensas con
alivio que quizá esa sea la última noche que pasas solo en tu infierno. Quizá
en ese sitio dónde van las almas torturadas os encontréis y te pida perdón y tú
la perdonarás porque no podría ser de otra manera.
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